top of page

Didáctica de las Artes Visuales
Sandra García Maya, "Susana"
Ensayo
La fotografía para mí siempre ha sido constante en mi vida. La entiendo como una forma de observar, detalladamente, lo que nos rodea y quiénes nos rodean. Pero sobre todo una manera inexplicable de poder atrapar instantes y mantenerlos presentes a lo largo del tiempo. Todo ello lo he aprendido gracias a mi madre. Ella siempre ha tenido una cámara en mano para inmortalizar cada momento que ha vivido y vive la familia. Eso es lo que más aprecio de la fotografía, que nos ayuda a conservar cada recuerdo que con el tiempo nuestra memoria puede ir dejando atrás. Nos ayuda a que nuestras experiencias no se volatilicen. Y hablando de experiencias, voy a comentar acerca de las experiencias fotográficas que he vivido hasta ahora en clase.
La mayoría de personas (y me incluyo) tenemos la tendencia de que cuando viajamos queremos fotografiar todo, ya sea porque pensamos que no volveremos más a ese lugar, o que cuando volvamos no estará del mismo modo. Incluso podemos llegar a pensar que nosotros no seremos los mismos. Y ese pensamiento es el que tengo presente en mi día a día; querer capturar esa(s) imagen(es) porque siento que ese momento no se va a repetir tal cual, que ese momento tiene algo que es irrepetible, bien sea por nuestras emociones, por la luz, por el paisaje o por las sensaciones que experimentamos en ese instante.
Gracias a las diferentes experiencias vividas en clase, y fuera de ella, he podido aprender que trabajar con el retrato implica desarrollar una actitud de atención hacia el otro, buscando comprender a la persona que está frente a la cámara mediante la observación de sus gestos, expresiones y detalles de su rostro. Así mismo, he descubierto cómo a través de la fotografía puedes percibir historias personales y cómo, de alguna manera, puedes llegar a imaginar que cada una está entrelazada con la siguiente.
Estoy acostumbrada a observar, a ser yo quién esté detrás de la cámara por lo que cuando el profesor dijo de fotografiarnos sentí nerviosismo. Me mostró que el retrato igualmente tiene una dimensión introspectiva, una mirada interior sobre cómo me veo y cómo creo que los demás me ven, pudiendo ver una versión de mí, que muchas veces, no alcanzo a percibir en mi día a día. El retrato nos hace preguntarnos quiénes somos más allá de lo visible y no solo enriquece nuestra autocomprensión, sino que además nos prepara para entender mejor a los demás, como ya he mencionado anteriormente.
En el momento en el que retraté a mis compañeros, la fotografía dejó de ser un acto individual para convertirse en un proyecto colectivo donde cada retrato era el resultado de una interacción. Esta experiencia me reveló que la educación no es solo un proceso de acumulación de conocimientos, sino un encuentro constante con el otro y con uno mismo. Esta actitud pedagógica no solo transforma nuestro método de aprender, sino también nuestra manera de ser en el mundo.
bottom of page